miércoles, 22 de junio de 2011

La Noche de San Juan


La noche de San Juan, supone la asimilación de los viejos rituales paganos relacionados con el solsticio de verano. Desde épocas muy anteriores a la expansión del cristianismo, el solsticio de verano era considerado como una fiesta importante en las sociedades agrarias.


En esta época, justo en el tránsito de la primavera al verano, de la siembra a la cosecha, los agricultores solicitaban al sol que calentase la tierra para que esta produjera los frutos sembrados en los meses anteriores. El verano era la época de la fecundidad, tanto de la tierra, como de los hombres, ya que al tener más horas de luz para realizar sus tareas, también disponían de más tiempo para la diversión. Era también la época de recoger los alimentos y almacenarlos para el invierno.

La relación de la noche de San Juan, y todos sus rituales, con el sol es anterior a la expansión del cristianismo. Parece lógico pensar, que en el momento en el que el sol brilla con mayor intensidad y los días son más largos, se rindiese culto al fuego, el elemento más estrechamente relacionado con el astro rey. En la tradición pagana europea, se trataba de un acto de purificación, en el que el iniciado debía limpiar su espíritu durante la noche del día 23 de junio, valiéndose del humo y el rocío, para recibir sobre su cuerpo desnudo los primeros rayos del sol del día 24.

Hace unos cinco mil años, los primeros astrónomos de la humanidad observaron que en determinadas épocas del año el sol se desplazaba desde el Trópico de Capricornio al de Cáncer. Los días en que el sol alcanza la perpendicularidad sobre los trópicos son conocidos como solsticios, el 21 de diciembre y el 21 de junio respectivamente (en el hemisferio norte, en el sur son justamente al contrario). De este modo, el día en el que el sol se sitúa más al sur es el solsticio de invierno, mientras que cuando lo hace más al norte estamos en el de verano. En el hemisferio norte, el solsticio de invierno es el día más corto del año, mientras que el de verano es el más largo. Esto se debe a la inclinación del eje de la tierra en relación al sol.

Evidentemente, estos fenómenos tienen una relación directa con el clima y por tanto, con las cosechas, lo que explica su importancia para unas sociedades que vivían, fundamentalmente de la agricultura.

La relación entre el solsticio de verano y el fuego viene también de lejos. Las sociedades primitivas, al observar como tras esta fecha los días se iban haciendo cada vez más cortos, temían que el sol no recuperase nunca todo su poder, lo que supondría el final del mundo. Por este motivo, en el momento en el que empezaba a declinar el poder solar, se realizaban rituales de renovación, en los que el fuego era el elemento principal, con los que se quería conferir de nuevo poder al sol.

En un primer momento, estos rituales se celebraban en lugares elevados, buscando la mayor proximidad con el cielo, y en lugares cercanos a los ríos y fuentes de agua, ya que se pensaba que en cierto modo era el agua quien arrebataba el poder al sol.

Posteriormente, cuando los rituales adquirieron nuevos significados y perdieron su parte mistérica, empezaron a encenderse hogueras en los lugares habitados, junto a las casas, en la calles e, incluso, se realizaban procesiones con antorchas y que prendía fuego a todo tipo de cosas. Todas estas expresiones populares, pronto fueron acompañadas de bailes y juegos con el fuego, tales como saltos por encima de las hogueras o atravesar una superficie de ascuas ardientes. Con el triunfo del cristianismo, el viejo culto al sol se asimiló a rituales de protección frente a las influencias demoníacas y los malos espíritus.

Asi que preparar vuestros rituales, pedir vuestros deseos, quemar vuestras cosas viejas y malas.

Y muchas felicidades a todos los Juanes.

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