La manipulación mediática modela todo lo que usted lee, lo que piensa y lo que cree. No es poco. Así que si no le interesa el tema, debería interesarle.
¿A estas alturas, alguien piensa que los medios de comunicacion españoles, no manipulan? Desde El Pais, ABC, La Razon, El mundo, hasta las radios (SER, Cope...) o las televisiones y sus informativos (Tve, Tele5, Antena3, La Sexta, Cuatro, autonomicas, etc). Todos manipulan sus informaciones para hacerlas favorables a sus intereses empresariales, o ideologicos. Y todo a pesar de que los medios de comunicacion deberian ser objetivos e independientes, solo dar informacion, no aleccionar ni adoctrinar.
Antes, solo eran de temer los agentes del gobierno y los propagandistas privados que pululaban por ahí. Ambos explotaban el hecho, justificado o no, de que la gente cree que la letra impresa es seria y dice la verdad. Pero en la era de las webs, los blogs y las comunicaciones por satélite todo esto ha llegado bastante más lejos.
El pasado mes de julio, Ryan Holyday, en la revista Forbes, escribió un artículo notablemente interesante titulado What is Media Manipulation? A Definition and Explanation (¿Qué es la manipulación mediática? Una definición y una explicación). Holyday explica que "actualmente, en nuestro ciclo mediático de blogs y webs, nada puede escapar a la exageración, distorsión, invención o simplificación. Y lo se porque yo soy un manipulador mediático. Mi trabajo consiste en hacer que la gente haga o crea cosas que de otro modo no haría o creería. La gente como yo está ahí, tras las bambalinas, moviendo los hilos de los títeres".
Según Holyday, "cuando las noticias no se deciden por lo que es importante sino por lo que los lectores clickean; cuando el ciclo va tan rápido que las noticias no pueden ser sino necesaria y regularmente incompletas… la manipulación es el status quo" y no la excepción de la regla. Para el columnista de Forbes, "hoy día, los medios –basados fundamentalmente en blogs- resultan atacados desde todos los frentes, por el hundimiento económico de sus negocios, por fuentes deshonestas, titulares inhumanos, cuotas de visionado, editores codiciosos, escasa preparación, por la demanda de audiencia y por otros muchos factores.
Estos incentivos son reales tanto si eres el Huffington Post, la CNN o un pequeño blog… Todo el mundo participa del juego, desde los bloggers sin ánimo de lucro hasta el New York Times mismo. El acecho para que clickees es demasiado apabullante como para que nadie se resista. Y cuando todos juegan al mismo negocio la línea ente lo real y el embuste se torna indistinguible".
La idea que propone Holyday para definir la manipulación mediática es que ésta explota el derrumbe de la fiabilidad de los medios: mientras que dicha barrera se ha hundido, la percepción de la citada fiabilidad no lo ha hecho. En definitiva, explotan la barrera entre realidad y percepción. ¿Cómo? Muy fácil: a causa de una equívoca idea de prestigio. Cuando un pequeño blog resulta más fiable que El País, con todos sus teletipos, agencias, personal e infraestructura, entonces "el diario global en español" juega la baza de los medios materiales y exhibe sus millones de "clicks", sus posicionamientos en buscadores, etc. Entonces, "la gente cree que donde hay humo hay fuego… y lo irreal deviene real".
La visión de Holyday es interesante porque puede verse que los medios son, en realidad, tratantes de noticias y no están, como se nos dice, para garantizar el "derecho a saber" sino para construir estructuras de poder. Tanto es así, que la única manera que existe de influir en los medios es el dinero. La aparición del artículo aquí comentado inserta en el revuelo –por otro lado discreto- del asunto de Amber Lyon, la célebre periodista de investigación enviada por la CNN a Bahrein, para informar desde allí de la primavera árabe.
Lyon obtuvo una serie de testimonios de primera mano que evidenciaban la cruel represión del gobierno de aquél país –respaldado por EEUU- contra disidentes. El documental resultante, iRevolution, jamás fue emitido por CNN porque el gobierno de Bahrein, según Lyon, había pagado para que no apareciesen en ese medio noticias negativas sobre el régimen. Según pudo saber más tarde, la práctica era habitual en el caso de la CNN, de modo que otros gobiernos ya habían decidido anteriormente sobornar a la cadena para no aparecer en sus reportajes en tono negativo. Más tarde, la agencia oficial del régimen sirio, SANA, reveló que la propia Amber Lyon había dicho que la CNN le obligaba a censurar noticias positivas sobre Siria e Irán y a introducir otras falsas.
En consecuencia, la cadena no se prestaba solamente al soborno por gobiernos extranjeros, sino que se plegaba dócilmente a las tesis del gobierno. Incluso ese mismo gobierno había decidido pagar a la cadena para que no emitiera el reportaje de Nick Robertson sobre el ataque a la embajada estadounidense en Egipto que, según Hillary Clinton, se había producido a causa de un vídeo antiislámico en Youtube, cuando en realidad se debía a las protestas de la población por la liberación por EEUU de Omar Abdel-Rahman –apodado "el sheik ciego"-, según se desprendía inequívocamente de una entrevista con Mohammed Al Zawahiri, hermano del dirigente de Al-Qeda, Ayman Al Zawahiri. Se pretendía que la administración Obama no quedara como mentirosa en un asunto tan peliagudo como el ataque a una de sus embajadas.
Prácticas de este tipo son de uso común en todos los países de Occidente. En nuestro país, sin ir más lejos, pueden ponerse multitud de ejemplos sobre la importancia de los medios en la lucha por extender el control social y el modelado de la opinión. Así, el presidente Zapatero fletó el grupo Mediapro para garantizar la existencia en España de dos grandes cárteles mediáticos de carácter "progresistas", quitándole el monopolio al cártel de Prisa.
Más recientemente, ha podido explicarse el cable lanzado por este importante medio a la familia Pujol –para tapar sus corruptelas y sus actividades sediciosas-, a causa del alquiler que el Grupo Prisa paga a la citada familia por los locales de algunas de sus empresas.
¿A dónde queremos llegar con todo esto? Pues a que los medios, aún los mejores, no son de fiar y que a día de hoy es mejor formarse que informarse. Mucha gente dedica horas de su tiempo a leer diariamente las noticias que escupen una tras otra los principales medios de comunicación o a ingerir pasivamente las opiniones de los cientos de "tertulianos", "críticos" o "analistas" que invaden nuestras ondas.
Sería de mayor utilidad, sin embargo, dedicar el tiempo a adquirir una formación profunda, humana e intelectual, sobre el mundo en que vivimos, sobre sus circunstancias y sobre las tremendas luchas ideológicas que anegan el alma del hombre moderno. Cuando esto se logra, resulta imposible no contemplar a tanta opinión y a tanto personaje como el espectáculo servil de una serie de peones del poder, que bregan para que se les permita subsistir en las aguas procelosas de un sistema para el que todo el mundo es prescindible.
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