La pasada semana se publicó la noticia de que las agencias de calificación dan mejores notas a sus clientes que al resto de empresas no clientes. Según palabras de un estudio encargado por el Banco Central Europeo (BCE) y que se basa en el análisis de casi 39.000 calificaciones desde 1990 hasta 2011:
Los resultados sugieren que las agencias asignan calificaciones más positivas a los grandes bancos y a las entidades con más probabilidades de proporcionar a la agencia de calificación negocios adicionales de calificación de valores.
Hasta tal punto es la distorsión que genera el trato de favor de las agencias a sus clientes que éstos logran, de media, obtener una financiación menor de hasta 40 puntos básicos (0,40%) que los competidores no clientes de las conocidas agencias Standard & Poor's, Moody's y Fitch logran en los mercados.
Pero aún es peor. Si se mide esta distorsión provocada por el clientelismo según la capitalización bursátil, se observa que los grandes bancos que ofrecen mayor negocio a las agencias de calificación aún obtienen un mayor descuento en su financiación con respecto no solo a los no clientes de las agencias sino también si los comparamos con clientes de la agencias, pero que tienen una menor capitalización.
Como suele ser habitual, esta grave distorsión no comenzó por una loca espiral provocada por un mercado capitalista libre que no fue capaz de autorregularse. Por supuesto que no. Los problemas de las agencias de rating o de calificación es que su actual estatus oligopólico fue declarado por la administración estadounidense en los años setenta. Fue el Estado quien dijo que esas tres agencias eran las únicas que podrían analizar los riesgos. Como comenté en mi artículo Las Agencias de Calificación. En el origen está el pecado:
Las autoridades federales norteamericanas, necesitadas de definir qué tipo de capital federal se podía tener en cuenta dentro de los límites reglamentarios, concedió la condición de Organización Nacional Reconocida de Calificación Crediticia (NRSRO por sus siglas en inglés) a las entidades de análisis Fitch, S&P y Moody's. Posteriormente, el Gobierno refrendó estas entidades NRSRO, como los únicas determinantes de qué tipo de activos de las compañías financieras podrían acaparar para cumplir con ratios de capital exigidos.
Y de aquellos polvos intervencionistas, hoy tenemos estos lodos. Gracias a papá Estado. Pero las masas seguirán diciendo que es culpa del libre mercado. Todos estos grandes organismos internacionales, con pomposas sedes y ejecutivos vestidos con trajes de 6.000 euros, llevan al público a pensar que pueden ser gente seria y que merecen credibilidad. Pero la realidad es que solo son un tenderete, un montaje de casino donde, con las cartas marcadas, timan a los incautos. Hay que decir que hay muchos que todavía creen algo de lo que tienen que decir los organismos oficiales o, en este caso, sus secuaces. Allá ellos, que son engañados por esta apariencia de prestigio y oficialidad.
Pero esto no acaba aquí. Sabemos que las agencias de calificación son un foco de corrupción -mejor financiación para los amigotes-; y sabemos que no atinan una: cuando el mercado estaba en máximos y antes de caer un 50%, el mundo era de color triple A, cuando el mercado está en los infiernos y está a punto de subir un 100%, el mundo es de color triple B.
Además, cabe destacar, aunque no se comente, la sistemática estafa que practican estas agencias en el corto plazo con el juego de subir y bajar los escalones de su, especialmente largo, ranking de niveles de riesgo crediticio. Desde que comenzó la crisis, Standard & Poors rebajó la nota crediticia de España en seis ocasiones.
Es lógico pensar que una información de este tipo haga bajar los mercados el día y días posteriores al anuncio de esa noticia. Si España tiene peor perspectiva, la bolsa cae. Esto sería lógico y no cabe reproche. Pero mi pregunta es: ¿por qué casi siempre la bolsa cae los días antes de un anuncio de estas agencias? ¿Cómo es posible que de seis rebajas de notas crediticias, en cinco ocasiones el mercado descendió los días previos?
Los datos de empleo emitidos por las diferentes administraciones suelen guardarse celosamente en secreto hasta la hora y día de su publicación, y los mercados solo reaccionan una vez publicada la noticia. Pero parece que esto no ocurre con las agencias y sus famosas rebajas de rating. A la vista de lo que dicen las estadísticas, lo que ocurre es un filtrado de la noticia de amigo en amigo hasta que todos están saciados con sus posiciones "cortas". Y el día que sale la noticia, todos recompran esas posiciones bajistas embolsándose un bonito beneficio. De amigote a amigote y tonto el que no bote.
Como ejemplo, no olvidemos que una Agencia de Rating puso su maxima nota positiva (AAA+) a Goldman Sachs una semana antes de su quiebra. Goldman Sachs era uno de sus privilegiados clientes....
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