domingo, 14 de abril de 2013

90 años aun son pocos...


Este fin de semana celebramos los 90 años de mi abuela. Le organizamos una espicha sorpresa, con la presencia de todos sus hijos, y casi todos los nietos.
Ademas vino una amplia representacion de sus sobrinos, no solo de Asturias, tambien de Vigo o Madrid.
Fue algo emocionante, y creo que la primera vez que vi a mi abuela llorar, pero era de alegria por la sorpresa. La pena fue no haber podido conseguir que vinieran mas sobrinos, pero es algo dificil poner de acuerdo a tantisima gente.
Aunque ya le pesan los años, nos sigue queriendo a todos. Siempre ha sido como una madre.
He aqui las palabras que le dedicamos los nietos, junto con el regalo que le hicimos:

HACE SIGLOS, UN ANCIANO SABIO DIJO ESTAS PALABRAS: “LOS NIETOS SON ANGELES QUE DIOS ENVIA A LOS ABUELOS PARA ALEGRARLES LA VIDA”.

PERO PODEMOS VERLO DESDE EL OTRO PUNTO DE VISTA, ¿QUE SON LOS ABUELOS?
CREO QUE EN ESTE CASO, LA ABUELA HA SIDO UNA SEGUNDA MADRE PARA TODOS NOSOTROS. SIEMPRE NOS HA CUIDADO, CUANDO ERAMOS PEQUEÑOS, Y TAMBIEN AHORA QUE SOMOS MAYORES.

NUNCA HA DICHO QUE NO A NADA QUE LE HAYAMOS PEDIDO. SU CASA SIEMPRE HA SIDO NUESTRA CASA.

ASI PUES, LA ABUELA PODRIA SER UN ANGEL QUE DIOS ENVIO PARA CUIDAR Y HACER FELICES A LOS NIETOS.

FELIZ CUMPLEAÑOS…Y QUE SEAN MUCHIIIISIMOS MAS

TUS NIETOS

jueves, 11 de abril de 2013

Volver a Empezar

Hoy dia 11 de abril, se cumplen 30 años del Oscar de Hollywood que gano la pelicula de Jose Luis Garci "Volver a empezar".
Rodada en el año 1981 en su mayoria en Asturias, y sobre todo Gijon.

Muy mal recibida por la crítica española del momento, en Estados Unidos consiguió el Óscar a la mejor película de habla no inglesa, siendo la primera producción española que obtuvo ese premio.
La película tuvo dos carreras comerciales, la primera sin éxito; mientras que la segunda, tras la consecución del premio Óscar, fue excelente.
Volver a empezar narra la historia de un exiliado que, tras la instauración de la democracia en España, vuelve a su ciudad natal donde reencuentra a la mujer que fue el amor de su juventud.

Argumento:

En 1981, Antonio Miguel Albajara, profesor de literatura en la Universidad de Berkeley y famoso escritor, hace una breve estancia en Gijón, su ciudad natal, tras haber recibido en Estocolmo el Premio Nobel de Literatura. Antonio, después de enterarse de que sólo le quedan seis meses de vida, decide volver a su tierra para pasar un tiempo con Elena, el amor de su juventud.

Cuando el escritor se encuentra hospedado en el hotel Asturias, regentado por Gervasio Losada, recibe la llamada del rey Juan Carlos I, quien le felicita por el premio. Tras esta llamada varios medios de comunicación descubren donde se hospeda y quieren entrevistarle; sin embargo, como él quiere estar con Elena le pide a Losada que intente que no le molesten. Elena y Antonio recorren juntos varios lugares de Asturias.
También asiste a un partido del Real Sporting de Gijón donde había jugado como centrocampista.Después, Albajara vuelve a Berkeley para seguir dando clase en la universidad.

La película finaliza con una dedicatoria del director: «Quiero rendir homenaje a los hombres y mujeres que empezaron a vivir su juventud en los años treinta; y en especial, a los que aún están aquí, dándonos ejemplo de esperanza, amor, entusiasmo, coraje y fe en la vida. A esa generación interrumpida, gracias».


El director dijo que se trata de una historia cuyos protagonistas tienen que remontar la angustia de la época de su juventud, la de la guerra civil, y, para hacer bien las cosas, deben volver a empezar tras la implantación de la democracia en España. También quiso mostrar que los mayores también se aman, y que no sólo se tienen cariño o afecto como muchos creen. El tema de partida es el de la figura del exiliado que tuvo que marcharse de España contra su voluntad. También explicó que el vitalismo de los protagonistas debería ser un ejemplo para los españoles, que no deben mirar al pasado, sino seguir de frente hacia al futuro.
Para su director la idea central de la película es que «sólo se envejece cuando no se ama», frase que fue utilizada poco después por la ONU en una asamblea sobre la Tercera Edad celebrada en Viena.

Con un reparto de buenos interpretes: Antonio Ferrandis, Encarna Paso, Pepe Bodalo, y Agustin Gonzalez, entre otros...

Una de mis peliculas favoritas, y, en mi opinion, de las mejores peliculas españolas.


sábado, 6 de abril de 2013

Estamos manipulados medaticamente hablando...


La manipulación mediática modela todo lo que usted lee, lo que piensa y lo que cree. No es poco. Así que si no le interesa el tema, debería interesarle.
¿A estas alturas, alguien piensa que los medios de comunicacion españoles, no manipulan? Desde El Pais, ABC, La Razon, El mundo, hasta las radios (SER, Cope...) o las televisiones y sus informativos (Tve, Tele5, Antena3, La Sexta, Cuatro, autonomicas, etc). Todos manipulan sus informaciones para hacerlas favorables a sus intereses empresariales, o ideologicos. Y todo a pesar de que los medios de comunicacion deberian ser objetivos e independientes, solo dar informacion, no aleccionar ni adoctrinar.
              
Antes, solo eran de temer los agentes del gobierno y los propagandistas privados que pululaban por ahí. Ambos explotaban el hecho, justificado o no, de que la gente cree que la letra impresa es seria y dice la verdad. Pero en la era de las webs, los blogs y las comunicaciones por satélite todo esto ha llegado bastante más lejos.

El pasado mes de julio, Ryan Holyday, en la revista Forbes, escribió un artículo notablemente interesante titulado What is Media Manipulation? A Definition and Explanation (¿Qué es la manipulación mediática? Una definición y una explicación). Holyday explica que "actualmente, en nuestro ciclo mediático de blogs y webs, nada puede escapar a la exageración, distorsión, invención o simplificación. Y lo se porque yo soy un manipulador mediático. Mi trabajo consiste en hacer que la gente haga o crea cosas que de otro modo no haría o creería. La gente como yo está ahí, tras las bambalinas, moviendo los hilos de los títeres".

Según Holyday, "cuando las noticias no se deciden por lo que es importante sino por lo que los lectores clickean; cuando el ciclo va tan rápido que las noticias no pueden ser sino necesaria y regularmente incompletas… la manipulación es el status quo" y no la excepción de la regla. Para el columnista de Forbes, "hoy día, los medios –basados fundamentalmente en blogs- resultan atacados desde todos los frentes, por el hundimiento económico de sus negocios, por fuentes deshonestas, titulares inhumanos, cuotas de visionado, editores codiciosos, escasa preparación, por la demanda de audiencia y por otros muchos factores.

Estos incentivos son reales tanto si eres el Huffington Post, la CNN o un pequeño blog… Todo el mundo participa del juego, desde los bloggers sin ánimo de lucro hasta el New York Times mismo. El acecho para que clickees es demasiado apabullante como para que nadie se resista. Y cuando todos juegan al mismo negocio la línea ente lo real y el embuste se torna indistinguible".

La idea que propone Holyday para definir la manipulación mediática es que ésta explota el derrumbe de la fiabilidad de los medios: mientras que dicha barrera se ha hundido, la percepción de la citada fiabilidad no lo ha hecho. En definitiva, explotan la barrera entre realidad y percepción. ¿Cómo? Muy fácil: a causa de una equívoca idea de prestigio. Cuando un pequeño blog resulta más fiable que El País, con todos sus teletipos, agencias, personal e infraestructura, entonces "el diario global en español" juega la baza de los medios materiales y exhibe sus millones de "clicks", sus posicionamientos en buscadores, etc. Entonces, "la gente cree que donde hay humo hay fuego… y lo irreal deviene real".

La visión de Holyday es interesante porque puede verse que los medios son, en realidad, tratantes de noticias y no están, como se nos dice, para garantizar el "derecho a saber" sino para construir estructuras de poder. Tanto es así, que la única manera que existe de influir en los medios es el dinero. La aparición del artículo aquí comentado inserta en el revuelo –por otro lado discreto- del asunto de Amber Lyon, la célebre periodista de investigación enviada por la CNN a Bahrein, para informar desde allí de la primavera árabe.

Lyon obtuvo una serie de testimonios de primera mano que evidenciaban la cruel represión del gobierno de aquél país –respaldado por EEUU- contra disidentes. El documental resultante, iRevolution, jamás fue emitido por CNN porque el gobierno de Bahrein, según Lyon, había pagado para que no apareciesen en ese medio noticias negativas sobre el régimen. Según pudo saber más tarde, la práctica era habitual en el caso de la CNN, de modo que otros gobiernos ya habían decidido anteriormente sobornar a la cadena para no aparecer en sus reportajes en tono negativo. Más tarde, la agencia oficial del régimen sirio, SANA, reveló que la propia Amber Lyon había dicho que la CNN le obligaba a censurar noticias positivas sobre Siria e Irán y a introducir otras falsas.

En consecuencia, la cadena no se prestaba solamente al soborno por gobiernos extranjeros, sino que se plegaba dócilmente a las tesis del gobierno. Incluso ese mismo gobierno había decidido pagar a la cadena para que no emitiera el reportaje de Nick Robertson sobre el ataque a la embajada estadounidense en Egipto que, según Hillary Clinton, se había producido a causa de un vídeo antiislámico en Youtube, cuando en realidad se debía a las protestas de la población por la liberación por EEUU de Omar Abdel-Rahman –apodado "el sheik ciego"-, según se desprendía inequívocamente de una entrevista con Mohammed Al Zawahiri, hermano del dirigente de Al-Qeda, Ayman Al Zawahiri. Se pretendía que la administración Obama no quedara como mentirosa en un asunto tan peliagudo como el ataque a una de sus embajadas.

Prácticas de este tipo son de uso común en todos los países de Occidente. En nuestro país, sin ir más lejos, pueden ponerse multitud de ejemplos sobre la importancia de los medios en la lucha por extender el control social y el modelado de la opinión. Así, el presidente Zapatero fletó el grupo Mediapro para garantizar la existencia en España de dos grandes cárteles mediáticos de carácter "progresistas", quitándole el monopolio al cártel de Prisa.

Más recientemente, ha podido explicarse el cable lanzado por este importante medio a la familia Pujol –para tapar sus corruptelas y sus actividades sediciosas-, a causa del alquiler que el Grupo Prisa paga a la citada familia por los locales de algunas de sus empresas.

¿A dónde queremos llegar con todo esto? Pues a que los medios, aún los mejores, no son de fiar y que a día de hoy es mejor formarse que informarse. Mucha gente dedica horas de su tiempo a leer diariamente las noticias que escupen una tras otra los principales medios de comunicación o a ingerir pasivamente las opiniones de los cientos de "tertulianos", "críticos" o "analistas" que invaden nuestras ondas.

Sería de mayor utilidad, sin embargo, dedicar el tiempo a adquirir una formación profunda, humana e intelectual, sobre el mundo en que vivimos, sobre sus circunstancias y sobre las tremendas luchas ideológicas que anegan el alma del hombre moderno. Cuando esto se logra, resulta imposible no contemplar a tanta opinión y a tanto personaje como el espectáculo servil de una serie de peones del poder, que bregan para que se les permita subsistir en las aguas procelosas de un sistema para el que todo el mundo es prescindible.

miércoles, 3 de abril de 2013

Un gobierno sin país, de Pedro J. Ramírez en El Mundo


Desde que Jefferson dijera aquello de «prefiero unos periódicos sin gobierno a un gobierno sin periódicos» todos los dirigentes políticos se han posicionado de palabra u obra ante ese dilema. En España ya sabemos que González hizo lo que pudo y más para intentar acabar con EL MUNDO y que Aznar tuvo sus agarradas con El País; pero los dos gobernaron siempre con la prensa encima de la mesa: eran ávidos lectores y se enteraban de muchas cosas por los periódicos. Sólo Suárez y Zapatero respetaron a todos los medios por igual, asumiendo las críticas como parte de la democracia mientras hablaban a diario con unos y con otros. Nos faltaba alguien que demostrara preferir el «gobierno sin periódicos» y lo hemos encontrado en Rajoy, más por displicencia que por saña.

El modo destructivo con que el Consejo de Ministros ha ejecutado una confusa sentencia del Supremo que permitía despojarnos a cuatro grupos de comunicación de nueve canales de TDT -pero no le obligaba a hacerlo- supone toda una declaración de principios. Al perjudicar tanto a una cadena estridente y hostil como a uno de los diarios conservadores más recatados, nadie podrá decir que se trate de un acto de sectarismo. Tampoco es noticia que Unidad Editorial resulte gravemente damnificada por una decisión política en el ámbito audiovisual. (Les ahorro el catálogo de agravios con que nos han honrado tirios y troyanos, pues también refleja el itinerario de nuestra libertad). Lo relevante es el abúlico desinterés que un gobierno supuestamente liberal ha demostrado tener por las consecuencias de sus actos en el pluralismo informativo y el futuro de los medios.

De todos es sabido que en España no hay ningún grupo de comunicación importante que no esté contra las cuerdas al haberse agregado a la crisis general, que ha hundido el consumo y la inversión publicitaria, la específica del sector, fruto de los cambios tecnológicos. Mantengo mi pronóstico de la London School of Economics en el sentido de que los soportes móviles traerán una «nueva edad de oro» de la prensa, pero hoy en día nos arrastramos por el fondo de un valle oscuro del que va a costar salir.

En este contexto hubiera sido un alivio topar con un gobierno sensible a lo que representan los medios capaces de cubrir la actualidad con un despliegue informativo extenso y cualificado. Pero ocurre lo contrario y de hecho lo peor de esta forma de ejecutar la sentencia -hija de una chapuza jurídica del anterior gabinete, todo hay que decirlo- es su carácter sintomático.

¿Ha promovido o aceptado el Gobierno de Rajoy algún plan que facilite la reconversión tecnológica de la prensa? ¿Ha desarrollado algún proyecto destinado a fomentar la lectura entre los jóvenes, al modo en que lo hizo Sarkozy? ¿Ha impulsado un acuerdo para que Google compense a los diarios por los ingresos publicitarios que obtiene enlazando sus contenidos, como acaba de hacer Hollande? No, no y no.

Sería casi preferible que Rajoy liderara una campaña contra los periodistas arrogantes que pontificamos desde nuestras columnas y tertulias, diciendo que no representamos el sentir de los ciudadanos, al viejo modo de Nixon o Alfonso Guerra. Al menos ese antagonismo serviría de elemento dinamizador. Pero Rajoy no siente hostilidad sino indiferencia hacia la prensa. Cualquiera diría que tuvo que hacer el paripé de cultivarnos hasta llegar al poder y ahora que lo ha conseguido se siente liberado de tan desagradable cometido.

He pasado ya suficientes veces por el trance de Falstaff, escarnecido en la coronación de su imaginaria criatura, el príncipe Hal, como para que esto implique desengaño alguno. Soy consciente además de que parte de la población encontrará ventajas en que el Palacio de la Moncloa se haya convertido en un lugar libre de periodistas y otros humos, de forma que si se publica que Rajoy se ha reunido en secreto con Mas, haya la misma duda sobre quién lo ha contado que sobre quién ha salido beneficiado. Incluso añadiría que la actitud de Rajoy impulsa la cómoda dinámica del desdén con el desdén que es como más a gusto trabajamos en las redacciones.

Podría ser, pues, hasta saludable que al cabo de 35 años de democracia haya un jefe de gobierno que se fuma igual de bien su puro si a toda la prensa le va de mal en peor. El único problema es que, por lo que vengo observando, eso mismo le ocurre con las empresas del Ibex y las pymes, con las organizaciones de autónomos, con los intelectuales, con los cineastas, con las academias, con las víctimas del terrorismo, con los rectores de universidad, con las asociaciones de jueces y fiscales, con los agricultores y ganaderos, con los perjudicados por las preferentes, con los sindicatos médicos, con los padres de alumnos, con los defensores del español, con los científicos e investigadores, con los músicos, con las grandes superficies, con el pequeño comercio, con las uniones de consumidores, con los cazadores y pescadores, con los actores, con las casas regionales, con las escuelas de negocios, con los artistas plásticos, con los dueños de bares y restaurantes y con las cofradías de la Semana Santa.

Nunca ha habido en La Moncloa un gobernante tan distante de todos y de todo, tan alejado de la sociedad civil, tan desentendido de los problemas sectoriales, tan incomunicado de los españoles, tan ajeno a los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa. Ni está en la calle, ni habla con la gente, ni va al teatro, ni organiza cenas interesantes -tampoco aburridas-, ni se implica en debate o controversia alguna. A eso le llama Rajoy su «independencia». Y en efecto nadie podrá reprocharle haber favorecido a ninguno de esos grupos de interés, gremios, colectivos, clubes u organizaciones que de una forma o de otra encuadran a la inmensa mayoría, a todas las inmensas minorías, de los españoles.

Para Rajoy hay una única excepción a la regla: su partido. Él sólo depende de los suyos, igual que los suyos sólo dependen de él. Por eso no se reforman las administraciones públicas o la ley electoral, ni se condiciona la recepción de dinero público a la democracia interna, ni se devuelve a los jueces el control del Poder Judicial, ni se depuran responsabilidades por la trama Gürtel y los sobresueldos de Bárcenas, ni siquiera se obliga a dejar el cargo a una ministra a la que los corruptos le pagaban el viaje, el hotel y el coche cada vez que salía de su casita de los confeti. Es una conducta simétrica a la del PSOE de Rubalcaba o la CiU de Mas y los Pujol; y explica que la inquina hacia los políticos esté llegando al extremo de que en una encuesta de EL MUNDO.es un 42% justifique el injustificable acoso a los diputados en sus domicilios.

Si la forma que tiene Rajoy de ejercer el -ejem- liderazgo estuviera dando resultados, no habría otro remedio que aparcar los ideales regeneracionistas, sacrificar las musas a la eficiencia y guardar un responsable silencio respecto a lo mal que quedan los adornos del salón. Pero lo que vemos por doquier, y lo que se nos augura, indica que tenemos al frente de la nave a un hombre inadecuado para abrirse camino en medio de una tempestad tan dura. Lo que acaba de decirnos el Banco de España es que cuando acabe este año habrá más de un 27% de paro, el déficit seguirá por encima del 6% pese a la brutal subida de impuestos y habremos llegado al ecuador de la legislatura con una recesión acumulada del 3%.

Nadie en sus peores pesadillas podía imaginar que ése fuera a ser el balance de dos años de mayoría absoluta del PP. ¿Para qué quería Rajoy una palanca tan difícil de obtener desde el centroderecha si luego no la utiliza ni para reformar el Estado, ni para garantizar los derechos constitucionales de los españoles, ni para meter en vereda a las autonomías, ni para forzar a la UE a cambiar las reglas de un juego que nos tumba?

Todo sugiere que esa mayoría absoluta le queda tan grande que no es capaz de darle otro propósito sino el de poder seguir en La Moncloa a verlas venir hasta 2015, despachando las reformas menos peliagudas como el remendón las medias suelas, a la espera de que cambie el ciclo meteorológico y escampe. Esa pasividad le dio resultado en la oposición y de hecho ha sido también la base de sus dos mayores aciertos como gobernante: no pedir el rescate y no negociar con ETA. Pero si la Italia desquiciada de Berlusconi que ahora vuelve a las andadas necesitaba un tecnócrata que aportara racionalidad y orden, la España átona de Rajoy requiere con urgencia de un impulso político que reviva su encefalograma plano.

Esto del escrache no es una anécdota más de lo que pasa. Supone un grave salto cualitativo y no se inventó en el Buenos Aires de los montoneros sino en el París de los jacobinos. Hace año y medio muchos llamaron exagerada a Esperanza Aguirre porque, en la presentación de El primer naufragio, comparó a nuestros indignados con aquellos enragés que predicaban la democracia directa a la sombra de la guillotina. Pronto vimos que había barrios de Madrid tan inexpugnables para la Policía como el distrito de los Cordeleros y el verano nos trajo los asaltos a supermercados liderados por Gordillo con los mismos argumentos que empleaba el cura Roux para justificar los saqueos de ultramarinos en los Lombards. Ahora ya sabemos lo que eran las «visitas domiciliarias».

En aquel París revolucionario el pretexto era la requisa de armas y la búsqueda de aristócratas escondidos; pero tampoco faltaron iniciativas contra los propietarios que desahuciaban a los sans culottes que no podían pagar la renta por el expeditivo procedimiento de sacar sus enseres a la calle. Enseguida los diputados moderados que se resistían a votar medidas de carácter social, como la fijación del precio máximo de los alimentos, se convirtieron en el blanco favorito de esas «visitas domiciliarias». Al igual que ahora ocurre con la señora Colau y sus acólitos, los jacobinos trataron de regular los actos de coacción en el sancta sanctorum del hogar, acordando que se hicieran siempre en horas diurnas y bajo la supervisión de las secciones revolucionarias. Pero el invento se les fue de las manos y las «visitas domiciliarias» se convirtieron en la mejor red de suministro de cabezas a la «cuchilla nacional».

Ya dije aquel día de septiembre de 2011 que ningún sistema político puede considerarse seguro si no es capaz de proporcionar al menos un horizonte de prosperidad a sus ciudadanos. Y en una democracia esa seguridad no depende de las mayorías parlamentarias sino de la autoridad moral para mantener the rule of law. A Rajoy le recomendé -por boca de Danton- «audacia, audacia y más audacia» y empiezo a creer -que me perdone Pau Riba- que «això era com buscar papallones blaves damunt la mar».

Su reacción ante el caso Bárcenas me ha recordado, de hecho, aquel editorial del último número de la etapa sevillana del Semanario Patriótico en el que Alberto Lista se preguntaba en 1809 si cabía considerar fuerte a un gobierno como el josefino «que no puede expresar claramente sus intenciones, que teme contar los sucesos como son, que tiembla ante la verdad». Es cierto que, con sus 187 escaños, Rajoy ha contado esta semana, en su merecido descanso de Doñana, con la más estable de las hamacas. Pero muchos de los españoles que aún tienen viviendas ni siquiera han podido pagar este invierno el combustible para calentarlas; y él no parece enterarse de que, a este paso, se mecerá pronto no ya en un «gobierno sin periódicos», sino directamente en un gobierno sin país.

martes, 2 de abril de 2013

Las diferencias entre quien haga que...

Estoy ya un poco cansado de que en este pais, si algo lo hace la izquierda, no hay problema, porque siempre estara bien hecho. Pero si lo mismo, o similar, lo hace la derecha, es algo catastrofico y digno de todas las dimisiones posibles.
Por poner algun ejemplo, el hasta hace poco "bocero" y ex-Secretario de Organizacion del PSOE, D. Jose Blanco, clamaba a los cuatro vientos solicitar dimisiones de politicos de la derecha investigados (por la justicia o por lo medios de comunicacion afines, lease El Pais, la SER, Publico, etc...), o imputados.
Curiosamente, ahora el imputado y pendiente de juicio oral por trafico de influencias y prevaricacion, se agarra a su escaño con los dientes y lo que haga falta. ¿Pues podia aplicarse su propio cuento, no?

Hará falta mucho más que la pólvora mojada de unas cuantas fotografías tomadas hace casi dos décadas para herir a Alberto Núñez Feijóo. Qué casualidad que la nueva andanada de El País se produzca cuando sus famosos papeles de Bárcenas -o más bien sus famosas fotocopias, porque el director reconoció que nunca tuvo los originales- empiezan a languidecer. Qué casualidad que ésta apunte a uno de los candidatos mejor colocados para suceder a Mariano Rajoy, más si cabe después de que el presidente de la Xunta haya vuelto a pasar con nota el examen del déficit de 2012. Qué casualidad que los diparos no se produjeran en la campaña de 2009 -cuando Feijóo recibió las primeras amenazas socialistas- ni en la de 2012 sino ahora, con el PSdeG sumido en un pozo del que espera empezar a asomar la cabeza en su inminente Congreso sucesorio.

No son casualidades, sino causalidades. Las imágenes de un por entonces joven secretario general de la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales gallega compartiendo una jornada de navegación con el contrabandista Marcial Dorado, que en aquellos años no estaba condenado, han producido cierto revuelo en el panorama político gallego.

Apenas da para que la oposición salga en tromba a pedir la dimisión de Feijóo, el hombre que hace apenas medio año recibió el respaldo mayoritario de sus ciudadanos en forma de mayoría absoluta, la segunda. No deja de resultar curioso que el gran derrotado entonces, el socialista Patxi Vázquez, señalara este lunes que el presidente de la Xunta no puede seguir siéndolo "con esta carga a las espaldas". Precisamente él que cuenta en sus filas con un ilustre militante, José Blanco, que sigue atrincherado en su escaño a pesar de estar a punto de someterse a un juicio oral acusado de los delitos de tráfico de influencias y prevaricación.

Yerran el tiro quienes pretenden comparar las fotografías publicadas por El País con el episodio que en la campaña electoral de 2009 protagonizó el entonces vicepresidente de la Xunta y candidato del BNG, Anxo Quintana. La prensa publicó entonces unas imágenes en las que se le veía en el yate del constructor Jacinto Rey. Sucede que la empresa de éste, San José, fue agraciada con parte de un suculento pastel eólico que, oh casualidad, había adjudicado la Consejería de Industria, en manos del Bloque. Por contra, Dorado no recibió contraprestación alguna de Feijóo.

¿Os acordáis de la fotos de cuando la operación de los chinos de Fuenlabrada? Salía el chino jefe del entramado en fotografias con el entonces Ministro de Exteriores, Moratinos (PSOE), o con el Rey. Y no he visto a nadie de la izquierda pedir dimisiones....

Señores, dejense de pelear, trabajen por este pais, y tengan en cuenta una cosa: Si escupes hacia arriba, te puede caer encima.